domingo, 3 de abril de 2011

 La historia de una fútura Maestra.

Llevo veinticinco años aprendiendo, de muchas personas que han pasado por mi vida, de todas ellas guardo un muy buen recuerdo, unos han sido mejores maestros que otros, pero sobre todo grandes personas. Muchos han marcado un antes y un después en mi vida.

Una de las razones por las que actualmente estudio Magisterio es por la gran influencia que recibí de mi maestra de infantil. Aún recuerdo su cariño, su implicación, su dedicación. Incluso pasado muchos años recuerda mi nombre.

Creo que después de esta breve introducción, llega el momento de que me conozcáis de verdad.
 
Mi trayectoria escolar no ha sido nunca muy brillante, siempre he sido una alumna de suficiente, no porque no ponga empeño y constancia en lo que hago, sino porque me cuesta mucho memorizar , y eso ha sido siempre una losa pesada que he arrastrado toda mi vida, pero con motivación y esfuerzo siempre he superados todas las barreras.

Iba pasando curso a curso raspando el aprobado hasta que finalmente en segundo de la E.S.O perdí la ilusión de seguir esforzándome, ya que no se veía reflejado mi trabajo en mis calificaciones, y dejé de lado el curso. Está claro que todo pasa factura, y aquel año repetí .

Al principio supuso un trauma para mí, era un cambio radical en mi vida, cambiar de compañeros con los que había compartido tantos momentos, tanto años, desde los cinco que empezamos nuestra aventura escolar. En esos momentos no entiendes el gran favor que hacen tus profesores por tí.

Y sin darte cuenta empiezan a pasar los días, los años, los cursos y te plantas en Selectividad; Tienes que elegir una carrera, una facultad. Sin duda yo tenía clara mi elección " Magisterio", pero no contaba con un gran imprevisto la nota, un cinco trece, no era suficiente para hacer lo que desde niña siempre había deseado.

Tras mirar y estudiar cada carrera y sin muchas posibilidades de elección me matriculé En Relaciones Laborales, una carrera donde la base principal es establecer pautas y leyes en el trabajo. Al principio no me convencía mucho mi elección pero según iban pasando las asignaturas me gustaba más lo que hacía, y me implicaba cien por cien en cada actividad.

Mis calificaciones ya no eran de suficientes como siempre habían sido en mi trayectoria escolar, sino que mis notas alcanzaban el notable en la mayoría de las veces, no sé si fruto de la madurez, o incluso de sentir que por una vez se valoraba mi trabajo y eso hacía que cada día estuviese más motivada.

Terminé mis tres años de Diplomatura con una buena media. Ese mismo año decidí hacer un Máster en Dirección y Gestión de Recursos Humanos, sin duda para mí una de las mejores experiencias de mi vida.

No sólo por todos los conocimientos que he aprendido, sino también por la gran labor de los profesores que impartían cada uno de los módulos del Máster. Todos compaginaban su labor docente, con importantes puestos en la dirección de grandes empresas, lo que hizo que las clases fueran muy prácticas.

Actualmente trabajo en el departamento de selección de personal de una importante empresa, y aunque es un trabajo gratificante, me he dado cuenta que las personas si tenemos la oportunidad, tenemos que cumplir  cada uno de las ilusiones; El mío es ser algún día una maestra, y no una maestra más, sino un Gran Maestra, como la que yo tuve.